El problema de la desorganización
- Alvaro Leites
- 9 nov
- 10 Min. de lectura
Actualizado: 9 nov
Existe una mentira que nos repetimos cada mañana, una ficción tan cómoda que nos hemos vuelto adictos a ella, es esta: mañana empezaré, mañana me organizaré, mañana será diferente y mientras tanto hoy se desangra en medio del caos, de la dispersión, de la sensación permanente de estar persiguiendo algo que nunca alcanzamos. La desorganización no es un problema de agenda o de métodos, es un problema de identidad, porque no se trata de que no sepas cómo organizar tu vida, se trata de que has construido una versión de ti mismo que necesita el desorden para justificar por qué no avanzas. Déjame plantearte algo que quizás nunca has considerado, la desorganización es una forma de autoprotección, piénsalo, si tu vida está lo suficientemente desordenada siempre tendrás una excusa lista para no enfrentar lo que realmente importa, si tu escritorio está caótico, si tu tiempo está fragmentado, si tus prioridades están difusas, entonces nunca tendrás que mirar de frente ese proyecto que te aterra, esa conversación que has pospuesto, ese cambio que sabes que debes hacer pero que te paraliza, el desorden es un refugio y como todo refugio eventualmente se convierte en una prisión. Los estudios sobre neuroplasticidad nos han enseñado algo fundamental, nuestro cerebro construye autopistas neuronales basadas en la repetición, cada vez que eliges el caos sobre la estructura, cada vez que decides después lo hago, estás reforzando un camino cerebral que te hace más probable repetir esa elección mañana, no es falta de voluntad, es arquitectura mental, has entrenado tu cerebro para funcionar en modo reactivo no proactivo y aquí está la paradoja, cuanto más reactivo eres más sientes que no tienes tiempo y cuanto menos tiempo sientes que tienes más justificado te parece vivir en modo de emergencia constante, es un círculo que se alimenta a sí mismo, pero antes de que hablemos de soluciones necesitamos profundizar en algo más oscuro porque la verdad es que muchas personas no quieren organizarse, lo dicen, lo declaran, quizás hasta lo creen pero en el fondo de su ser existe una resistencia feroz y esa resistencia tiene nombre miedo al juicio, porque cuando tu vida está organizada, cuando tus prioridades están claras, cuando tu tiempo está estructurado y tus acciones son deliberadas, ya no puedes esconderte, ya no puedes decir es que no tuve tiempo, cuando la realidad es que tuviste tiempo pero lo invertiste en cosas que no importaban, una vida organizada es una vida donde tus decisiones quedan expuestas, donde tu falta de resultados ya no puede culpar al caos externo sino que debe mirar hacia adentro, cuántas veces te has prometido a ti mismo que cambiarías sólo para volver a los mismos hábitos una semana después, cuántos sistemas has probado, cuántas aplicaciones has descargado con la convicción de que esta vez sería diferente y sin embargo aquí estás, no porque los sistemas no funcionen sino porque nunca has atacado la raíz del problema, has intentado organizar tu vida sin reorganizar primero tu identidad, hablemos entonces de lo que realmente significa organizarse, no se trata de hacer más cosas, se trata de hacer menos cosas pero las correctas. El filósofo Seneca hace más de 2.000 años escribió que no es que tengamos poco tiempo, es que perdemos mucho y tenía razón, la persona promedio no tiene un problema de falta de tiempo, tiene un problema de falta de decisión porque organizar tu vida exige algo brutal, decir que no, decir que no a lo urgente que no es importante, decir que no a las expectativas ajenas que has adoptado como propias, decir que no a la versión de ti que quiere complacer a todos menos a ti mismo, la organización verdadera comienza con una pregunta incómoda: si hoy fuera el último día de tu vida y alguien te mostrara en qué invertiste tu tiempo el último mes ¿estarías orgulloso?, ¿sentirías que fue coherente con lo que dices que valoras?, - porque aquí está el problema -. La mayoría de las personas viven en un divorcio permanente entre lo que dicen que es importante y cómo invierten sus horas, dicen que la salud es lo primero pero no tienen 30 minutos para moverse, dicen que la familia es fundamental pero están ausentes incluso cuando están presentes, dicen que tienen grandes aspiraciones pero sus días están llenos de distracciones que no conducen a ninguna parte y esto no es un juicio moral es una observación de la condición humana, todos somos susceptibles a esto porque nuestro cerebro fue diseñado para el corto plazo, fuimos construidos para sobrevivir en la sabana donde las amenazas eran inmediatas y las recompensas debían ser rápidas, no fuimos diseñados para construir carreras de décadas, para sostener relaciones complejas a largo plazo, para perseguir metas que tardarán años en materializarse, por eso la organización es antinatural, por eso requiere esfuerzo consciente, por eso la mayoría falla, - pero aquí está la buena noticia ., Cada momento es una oportunidad para reprogramar, cada decisión es un voto por la persona que estás convirtiéndote y organizar tu vida no es un evento único, es un sistema de micro decisiones que se acumulan, es decidir la noche anterior qué harás mañana, es establecer tres prioridades no 20, es aprender a distinguir entre lo productivo y lo performativo, entre estar ocupado y estar avanzando. Quiero que por un momento pienses en la persona más efectiva que conoces, no necesariamente la más exitosa en términos de dinero o fama, sino la persona que parece tener claridad, que avanza hacia donde quiere ir, que no vive en modo de crisis permanente, te garantizo que esa persona no tiene un día más largo que tú, no tiene más energía natural, no nació con un gen especial de la organización, lo que tiene es algo mucho más simple y a la vez más difícil, ha tomado decisiones sobre quién es y ha organizado su vida alrededor de esas decisiones, ha construido sistemas que reflejan sus valores, no los valores de otros y aquí llegamos a un punto crucial que la mayoría ignora, la organización no es restrictiva, es liberadora. Existe esta idea romántica de que la espontaneidad y la estructura son enemigas, que organizarse es matar la creatividad, que los sistemas son para mentes pequeñas, es exactamente lo contrario, los artistas más prolíficos en la historia tenían rutinas rigurosas, los pensadores más brillantes estructuraban sus días con precisión quirúrgica, ¿por qué? porque entendieron algo fundamental, la libertad no viene del caos, viene de eliminar las decisiones innecesarias para que tu energía mental esté disponible para lo que verdaderamente importa. Cada decisión que tomas consume energía cognitiva, cada vez que te preguntas qué debería hacer ahora estás gastando recursos mentales, cada vez que tienes que buscar algo porque no está en su lugar, estás filtrando tu atención, la desorganización es un impuesto constante sobre tu capacidad mental, es muerte por mil cortes y el efecto acumulativo es devastador, no es que tengas un mal día, es que tienes semanas, meses, años de funcionar por debajo de tu capacidad real, porque tu entorno y tus hábitos están en contra tuya. Pero transformar esto requiere honestidad brutal, necesitas mirar tu vida actual y hacer un inventario sin piedad, ¿Dónde se va tu tiempo realmente? no donde crees que se va, donde realmente se va, ¿Qué actividades en tu vida te acercan a quien quieres ser y cuáles son simplemente inercia, comodidad o miedo disfrazado? ¿Qué compromisos has aceptado por culpa por no decepcionar a otros, por mantener una imagen que ya ni siquiera te importa? la organización verdadera exige eliminar antes de optimizar, es como intentar organizar un armario lleno de ropa que no usas, puedes doblar perfectamente cada prenda pero seguirás teniendo un armario caótico, primero necesitas sacar todo lo que no necesitas, lo mismo con tu vida, antes de buscar el sistema perfecto, antes de intentar ser más eficiente, necesitas decidir qué merece estar en tu vida y qué no, y esta es la parte más dolorosa, porque implica soltar, soltar relaciones que ya no nutren, soltar actividades que ya cumplieron su ciclo, soltar versiones de ti mismo que ya no sirven pero que te dan seguridad porque son conocidas. Existe un concepto en psicología conductual llamado: "costo hundido", es la tendencia a continuar invirtiendo en algo simplemente porque ya has invertido mucho, no porque tenga sentido seguir haciéndolo, muchas personas organizan su vida alrededor de costos hundidos, siguen en trabajos que odian porque ya llevan años ahí, mantienen relaciones que los drenan porque ya han invertido demasiado, persiguen metas que ya no desean porque en algún momento lo declararon públicamente y mientras tanto el tiempo real, el único recurso no renovable que tienes se escurre, - entonces - ¿Cómo se ve realmente una vida organizada?, no es una agenda perfecta con colores, no es levantarse a las cinco de la mañana porque alguien exitoso lo hace, no es seguir el sistema de productividad de moda, una vida organizada es una vida donde existe coherencia entre lo que dices que importa y cómo usas tu tiempo, es una vida donde tienes rituales que te anclan, no reglas que te aprisionan, es una vida donde dices que no con la misma naturalidad con la que otros dicen que sí a todo, es una vida donde tienes espacio para pensar, para crear, para conectar porque has protegido ese espacio deliberadamente y esto nos lleva a hablar del concepto de energía, no sólo de tiempo porque puedes tener un día perfectamente organizado y aún así sentirte vacío, agotado, insatisfecho, ¿por qué? porque organizaste actividades que drenan tu energía en lugar de renovarla. La verdadera organización considera no sólo qué harás y cuándo, sino también tu estado energético, hay tareas que requieren concentración profunda, otras que son mecánicas, otras que son sociales, si organizas tu día poniendo todas las tareas que requieren máxima energía mental cuando tu energía está baja, no importa qué tan bien estructurado esté tu calendario, ¡fracasarás!. Los estudios sobre ritmos circadianos nos muestran que todos tenemos ventanas de máxima claridad mental, para la mayoría es en las primeras horas después de despertar y sin embargo qué hace la mayoría, desperdicia esas horas doradas en revisar mensajes, en consumir información, en reaccionar a las prioridades de otros, para cuando llegan a lo que realmente importa, su energía mental ya está fragmentada, organizar tu vida significa proteger tus horas de mayor potencial para tu trabajo más importante, no para lo más urgente y hablemos de lo urgente, porque aquí hay una trampa mortal. Lo urgente se siente importante porque exige respuesta inmediata, porque genera ansiedad si lo ignoras, porque otros lo están esperando, pero la mayoría de lo urgente no es importante, es simplemente ruidoso, el problema es que construimos identidades alrededor de ser la persona que responde rápido, que siempre está disponible, que apaga incendios y mientras estamos ocupados apagando incendios, nunca construimos sistemas para que los incendios no ocurran, vivimos en modo de rescate permanente y eso se siente heroico, pero es exhaustivo y finalmente vacío. La organización requiere algo que va contra nuestra naturaleza social, establecer límites, límites con tu tiempo, límites con tu atención, límites con tu disponibilidad y esto se siente egoísta, se siente como decepcionar a otros, pero aquí está la verdad que nadie te dice, cuando no tienes límites, cuando no proteges tu tiempo y energía, eventualmente no tienes nada que ofrecer, te vuelves una versión agotada, resentida, disminuida de ti mismo y esa versión no le sirve a nadie, ni siquiera a las personas que dices que estás priorizando al no tener límites. Los límites no son muros, son puentes, son la manera de sostener relaciones y compromisos de forma saludable a largo plazo, porque cuando dices que sí a algo que no puedes sostener, estás mintiendo, estás generando una expectativa que no cumplirás, es mejor un no honesto que un sí a medias y organizar tu vida requiere esta honestidad brutal, primero contigo mismo y luego con los demás, ahora todo esto suena bien en teoría, pero la implementación es donde la mayoría colapsa. Porque organizar tu vida no es un proyecto de fin de semana, no es leer un libro sobre productividad y transformarte, es construir hábitos pequeños, casi imperceptibles, que se componen con el tiempo, es decidir que cada noche dedicarás diez minutos a planear el día siguiente, es tener un lugar para cada cosa y la disciplina de regresar las cosas a su lugar, es decir no a una invitación más para tener espacio para lo que realmente importa, es apagar las notificaciones que fragmentan tu atención, es levantarte a la misma hora no porque sea heroico, sino porque la regularidad reduce la fricción de la decisión y aquí está la parte más importante: el progreso no es lineal. Habrá días donde todo se desmorona, donde cedes a la distracción, donde el caos regresa, eso es humano, la pregunta no es si tendrás esos días, la pregunta es ¿qué harás al día siguiente?, ¿usarás ese tropiezo como evidencia de que no puedes cambiar o lo verás como parte del proceso, como un dato, como una oportunidad para ajustar?, las personas que logran transformar sus vidas no son las que nunca fallan, son las que no convierten un mal día en una mala identidad, porque al final organizar tu vida es un acto de respeto, respeto hacia tu tiempo que es tu vida en unidades medibles, respeto hacia tus aspiraciones que no se manifestarán solas, respeto hacia las personas que amas que merecen tu presencia completa, no tus obras de atención y sobre todo respeto hacia ti mismo, hacia la versión de ti que sabes que mereces vivir deliberadamente, no por accidente, no necesitas un sistema perfecto, necesitas un sistema que funcione para ti y la disciplina para sostenerlo. No necesitas hacer todo, necesitas hacer lo que importa, no necesitas más tiempo, necesitas más claridad sobre qué merece tu tiempo y esa claridad sólo viene cuando tienes el coraje de mirarte sin excusas, de reconocer que has sido cómplice de tu propio caos y de decidir que a partir de este momento cada día será una declaración de intenciones, no una colección de reacciones, así que aquí está la pregunta con la que quiero que te quedes, si siguieras viviendo exactamente como lo has hecho hasta ahora ¿Dónde estarás dentro de cinco años?, no dónde esperas estar, ¿Dónde estarás basándote en tus patrones actuales?.
Porque tu futuro no es un misterio, es el resultado inevitable de tus hábitos presentes y si esa visión no te llena de entusiasmo, entonces hoy, ahora mismo es el momento de reorganizar no sólo tu agenda, sino tu vida completa, no mañana, hoy!. Bibliografía: - Time Management - Brian Tracy - La magia del orden – Marie Kondo - Los 7 hábitos de la gente altamente efectiva – Stephen R. Covey - Hábitos atómicos – James Clear - Organízate con eficacia – David Allen - El poder de la disciplina – Daniel Walter







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